martes, 24 de septiembre de 2013

Nadie sabe...




Al caer la hoja
        en su última ventura sobre la abierta tierra,
        el latido intransferible de su pena, nadie sabe.

De la noche
         su lenta curvatura labradora
         cuidando la simiente del poeta;

Del cristal de la gota
         el último sonido que no pudo cumplirse
         ahogado en la garganta ávida del líquen;

De la flor en el vaso
         su añoranza del tallo, su angustia de ciclo acabado
         bajo la luz veladora de olvido ante el retrato,
         nadie, nadie sabe…

De esta palabra mía
         que muerde los silencios y trepada en retina
          se me va en mirada y lejanías;

Del camino sin tránsito visible
          que orillando el insomnio sigue
           un curso de eternidad perdida;

De todo lo que guardo retenido
          porque darlo es abrir la herida
          en último gesto arrojando las llaves,
           nadie, nadie sabe…

 


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