domingo, 30 de octubre de 2011

Crepúsculo de domingo





Crepúsculo

Esta hora me elige. Es domingo y la tarde
está en el umbral de la noche.

Me pregunto porqué siempre le exigimos al domingo,
ser felices. Y porqué, pese a su réplica constante
volvemos a creer siete días después, que es posible

Le quito al día el último velo para mirarlo así,
despojado.
Sin darme cuenta que el juego
es inverso.
Y que desnuda ingreso al territorio de los sueños
donde acepto que esta hora me elija
como memoria de lejanos recuerdos,
de todos los domingos,
de todas las porfiadas ilusiones,
que aún siguen naciendo...

Es inútil advertirle a esta hora
que mi paso se está haciendo leve.
Es domingo y me elige.

Arrebato de dorados al poniente
mantienen viva mi antigua sed
sobre un ansia de luz que permanece.

lunes, 24 de octubre de 2011

Incertidumbre






Dios preguntó a Caín: "¿Dónde está tu hermano?"
Y la respuesta de Caín fue asesina:
"¿Acaso yo soy guardián de mi hermano?"

Temo haber sido Caín
cuando vendí la materia
con que construía la nostalgia.
O cuando maté mi parecer
muchas veces para decir que sí.
Pero, si desde la infancia
lo veo
a la inversa,
soy Abel.

miércoles, 12 de octubre de 2011


Nocturno

El cielo ha florecido con infinitos puntos que titilan.

Tal vez cada uno de ellos sea del hombre, una pregunta
que anuda el asombro con las dudas; acerca de la muerte;
acerca de la vida...
Las eternas cuestiones, las preguntas eternas...
Las posibles respuestas duermen en el milagro de la estrella.
¡Qué no daría yo por una cuerda astral que me llevara
al misterio de su clima; por conocer su polen de silencio,
su luz original, su olvidada memoria de la mía!

Escrupuloso pie sobre la tierra y el alma ida, me refugio cada noche
en el regazo de un cielo florecido con infinitos puntos que titilan...
Podría suceder que yo aprendiera el oficio de transcurrir.
Como ellas: silenciosas.
En el brillo del día: inadvertidas.
En lo oscuro de la noche: luminosas.
Podría ser que así trajera la gran cuestión resuelta
para vivir en paz sobre la tierra.
La piedad del sueño

Cuando llega la piedad del sueño
con su hondura de refugio y nido
se deshace la tensa

encordadura de nervios
y se ingresa a un espacio-abismo
de emociones libres...
donde nada es imposible.

Se tiene por instantes la sensación
de flotar-cayendo...
sin más certeza que el espacio incierto.

Puedo, mientras duermo
trizar con un gesto imperceptible
miles de burbujas
que niegan mi peso...

Tomar al fin
gravedad y forma
en el hueco del lienzo
y soñar que sueño...