En la fronda
Encender una luz no basta.
En el jardín, las sombras se comprimen,
se dilatan. Asaltan.
Se refugia uno en el cuadrado de
cemento que nos resguarda
y al apagar la luz, el cielorraso
es una lámina oscura. Pantalla
que desliza imágenes.
Vaya a saber qué parte de mí
las trae de regreso, a veces
soy niña... Soñaba.
Flashes, voces, remansos de piano
nunca sucedido.
–la música no pudo realizarse–
La vida es una partitura
con instantes. Más o menos felices
más o menos fugaces.
Pronto será tiempo de cerrar los ojos.
Voy a buscar a la niña que soñaba
voy a proponerle que aún espere,
que aún no nazca. Hay ruidos aquí afuera
en la fronda humana.
Vendrán tiempos mejores, propicios para ser.
¿Vendrán? Indudablemente
encender una sola luz
no basta.
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