
MIS MIEDOS
Hoy el cielo está
tan mezquino de luna…
Y sabes, de noche se agigantan
los miedos.
Sobre mi almohada los acuno
como a niños pequeños,
pero se beben el insomnio
y crecen.
Crecen.
No sé qué hacer con ellos.
Deforman realidades
envenenan ideas,
paralizan proyectos…
mientras aquella lágrima
-la perenne, la que lloré
en la infancia
y me amó para siempre-
hábil equilibrista, se descuelga
detrás de las pestañas
y cae hacia adentro.
Cuando la luz se haga
me pondré la ropa
de ocultar tristezas,
un trazo de color
sobre los ojos secos,
y diré la oración que conjura y protege:
“-Señor, en tus manos
deposito mis miedos-“
(No me los devuelvas
cuando la noche llegue).
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