Confesión hecha a quien me lea...
Me encanta la noche, con el supuesto del descanso, de una lectura que me guste, del relax, y aún con la posible desmesura de las sombras que a veces, agravadas por tormentas, me roban el sueño.
La noche... lenguaje distinto que tamiza el día vivido y lo muestra a nuestros ojos cerrados que lo ven con otra luz.
¿No les sucede que de pronto surgen voces en el alma que parecían olvidadas, y se acercan a susurrar miedos que se agigantan...?
Sin embargo, si decidimos oírlos, sabremos de su indigencia, de su fragilidad, conoceremos su reclamo de comprensión... y,
¿quién alza la mano sobre un cachorro desvalido?.
MANADAS AZULES
El relámpago y su fusta golpeanla noche mientras la ansiedadse come las horas. Y crece.Escondida, hago míos los silencios.Los desvisto porque sé que debajode ellos está el grito.Estas vocesque galopan la nochey parecían monstruos laberínticos,son cachorros desvalidoscuando decido oírlos.Supuse que traían respuestaspero vienen a respirar en mi vigiliay se llevan mi sueño de manadas azulescomo animales liberadoscontra la utopía sin final del horizonte.
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