domingo, 10 de julio de 2011

Aguas adentro

Foto: Carmen R. de Dall'Aglio


AGUAS ADENTRO

Cae el sol en el mar
y deja una cicatriz de luz
en el anverso del agua.

En un momento así
es inevitable asumir los sueños
y su orfandad.
Un pescador solitario intenta
arrebatar al agua
su esquiva presencia.

Es una confesión a media voz
su desolado empeño.

La piel del agua, estremecida
avanza y retrocede. Murmura.
Respira, lo escucha, lo envuelve
en la calma que emana.
Atardece.


Ahora el espejismo del horizonte
es la frontera entre
esta grandeza incontenible
y la vulnerable presencia
del hombre en el imaginario
de encuentros y de esperas.

La tarde se consuma frente al mar
y si el misterio desciende
un instante,
probablemente no sea
para quedarse.
Sólo abriga ese instante
la orfandad de nuestros sueños
que navegan por la sangre
aguas adentro.

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